Bad Gin se creó para honrar a la ciudad donde nacieron la empresa y sus fundadores, Bolonia.
La botella está serigrafiada con una ilustración del perfil de la ciudad y gracias al efecto lupa que crea la botella, es posible admirarla de cerca.
El color elegido no es casual, sino que deriva de uno de los tres sobrenomes de Bolonia, “la Roja”: exactamente el color que le regalan sus techos y paredes; el ladrillo boloñés representa la tradición de albañilería que ha persistido principalmente en los territorios del centro de Italia a lo largo de los siglos, sobre todo desde la disolución del Imperio Romano.
Los otros dos apodos son “La Docta” por la presencia de la universidad más antigua del mundo fundada en 1088 y “La Gorda” por dos razones muy válidas: su excelente cocina que no conoce fronteras, y su tierra fértil, elegida hace siglos por los romanos como territorio ideal para el cultivo.
Finalmente, las famosas dos torres símbolo de la ciudad, llamadas Asinelli y Garisenda, aparecen bajo el logo en la parte posterior de la botella, dando espectáculo y ganando la atención del espectador.
Con un sabor fuerte, Bad Gin no carece de notas picantes y frescas: el regusto a limón se insinúa en el predominio de la pimienta negra y el cilantro permite un perfecto equilibrio de gustos.
El mejor perfect serve combina hojas frescas de salvia y una rodaja de jengibre.
Una auténtica delicia, pero no sólo para el clásico gin-tonic: Bad Gin nos sorprende con cócteles con sabores pasionales.
